Mario Cassi-Edgardo Rocha-Silvia Vázquez-Paata Burchuladze-Marina Rodriguez Cusì-Mattia Olivieri.
Escenografía Paolo Fantin
Dirección de escena Damiano Michieletto. Dirección reposición Andreas Zimmermann
Vestuario Silvia Aymonino
Iluminación Fabio Barettin
Producción Grand Théâtre de Genève
Cor de la Generalitat Valenciana
Orquetra de la Comunitat Valenciana. Dirección Omer Meir Wellber
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Un "Barbero" como peluquero de barrio (años 80 o 90) que te deja un tanto trasquilado. Yo
asistí el miércoles 6 de marzo y por más que lo intento no consigo remontar la
frustración que me produjo.
Empezando por unos recitativos que son fundamentales en esta
obra y que en este caso se descuidaron lamentablemente y continuando con un
reparto que no dio la talla vocalmente bien por errores de cálculo o bien por
carencias manifiestas.
Rossini es Bel Canto puro y descuidar este aspecto hace que
se derrumbe este “edificio” bien resuelto escénicamente pero que no permite
concertar adecuadamente música y canto. El movimiento escénico engulle el
resultado musical y esto es un gran error en una obra que requiere por momentos de una sutileza vocal para hacerla atractiva.
Ya se ha dicho casi todo de esta propuesta del Palau de les
Arts y poco más se puede añadir, solo algunas apreciaciones a raíz del
resultado conseguido en este “Barbero de Sevilla”.
Algunas propuestas escénicas menos estimulantes pero bien
resueltas musical y vocalmente acaban resultando mucho mejor digeridas que a la
inversa.
Lo que funcionó estupendamente en la anterior propuesta de
Damiano Michieletto, aquel “Elisir D´amore” playero visto en este mismo
escenario, fue el equilibrio conseguido entre una propuesta arriesgada y una
parte musical y vocal bien resuelta.
Tendrán que tomar buena nota los responsables de programar
las obras que se representan en nuestro coliseo operístico de este resultado.
Siempre es más estimulante primar la parte vocal y musical si no se puede
asumir integrarla con una propuesta escénica, no ya relevante, sino más bien
utilizada como gancho mediático.
Errores de cálculo fueron que los recitativos los acometiera
musicalmente el mismo Omer Meir Wellber encargado a su vez de la dirección
orquestal. Que la soprano valenciana Silvia Vázquez asumiera con la Rosina su debut en un papel
protagonista. Que el joven tenor Edgardo Rocha, de voz atractiva pero
insuficiente, se hiciera cargo del papel de Almaviva. Que Marco Camastra
resolviera sin brillo el papel de Bartolo y que Paata Burchuladze no
consiguiera mostrar las sutilezas de un bajo bufo rossiniano.
Error de bulto fue escuchar de manera intermitente a Mario
Cassi en el papel protagonista de Figaro por sus insuficiencias en materia de
emisión vocal y falta de chispa.
Cumplieron Mattia Olivieri, Marina Rodríguez Cusì (veterana
solvente) en sus respectivos cometidos de Fiorello y Berta respectivamente, así
como Fernando Piqueras como oficial.
La orquesta y el coro no estuvieron a la altura de otras
ocasiones si bien este último tuvo que demostrar y lo consiguió, que son algo
más que unas voces, entrando en el juego escénico lo que provocó algunos
pequeños desajustes entre coro y director de orquesta.
Una pequeña o gran decepción, según se mire, que debería de
servir para nuevos planteamientos en las futuras propuestas que nos ofrezcan.
El nivel medio ofrecido hasta ahora no se merece este error de cálculo tan
decepcionante, al menos para mí y para algunos más que así lo han
manifestado.
Pues que tienes toda la razón del mundo, no puedo decir otra cosa.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo e igual de frustrado y cabreado que tú.
ResponderEliminarEfectivamente, la producción, enormemente interesante y trabajada, no es adecuada a esta obra. Imposibilita la adecuada atención al canto que requiere.
Y para rematar, se trae a unos cantantes que ni en versión concierto hubiesen sido capaces de brillar vocalmente como merece Rossini.
Una lástima que espero no se repita en el futuro.
Un saludo