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lunes, 3 de diciembre de 2012

LA BOHÈME EN UN SOFÁ

PIERRE-AUGUSTE RENOIR: "Moulin de la Galette", 1876
Renoir "Moulin de la Galette" Musée d´Orsay Paris


LA BOHÈME -PALAU DE LES ARTS- 2/12/2012
AQUILES MACHADO / GAL JAMES / MASSIMO CAVALLETTI / CARMEN ROMEU
ORQUESTA Y CORO DE LA COMUNITAT VALENCIANA
DIRECCIÓN DE ESCENA DAVIDE LIVERMORE
DIRECCIÓN MUSICAL RICCARDO CHAILLY


Un sofá donde Mimí y Rodolfo nos muestran sus primeros escarceos amorosos, es el que sirve de nexo de unión con el segundo acto y los transporta a la vida mundana. Finalmente será el lecho de muerte de la protagonista. Una idea para la puesta en escena que demuestra que hay mucho teatro en esta propuesta. Algo que necesita esta obra… alguien dijo “que la vida es puro teatro”...
Las proyecciones de lienzos impresionistas y de finales del XIX, nos sitúan en la época y encuadran plásticamente las escenas. En el tercer acto, una luminosidad blanca y fría sustituye al usual ambiente nebuloso y tétrico visto en otras ocasiones, sin perder la carga emotiva que destila toda la escena.
Innovar era la intención, y para mí esta puesta en escena de Davide Livermore lo consigue y acierta, con belleza plástica y dirección teatral.
Chailly consigue una versión redonda, sin “miel” según sus palabras, y con plena complicidad de la orquesta titular, que se rindió a sus intenciones. Ambos directores (musical y escénico) consiguen un espectacular segundo acto, difícil de concertar en lo vocal y por la gran masa de artistas y figurantes que intervienen.
En lo vocal se consiguió un equilibrio estimable, teniendo en cuenta la juventud de los participantes. Al más veterano de todos, Aquiles Machado, creo que el repertorio mas pesado que ha asumido últimamente le ha pasado factura. Ha perdido brillo en la voz y una cierta inestabilidad vocal hizo que su triunfo no fuera total. Su hermoso timbre sigue presente.
Gal James, sin una voz arrebatadora, cantó bien y transmitió un poco menos, pero consiguió sacar a flote un personaje más juvenil y menos “pobrecita” de lo que marca la tradición.
Correcto el Marcello de Massimo Cavalletti y grata sorpresa la de Carmen Romeu como Musetta, voz interesante y con “proyección” en todos los sentidos.
El resto cumplió su cometido y todos contribuyeron a rejuvenecer la visión de esta obra tan italiana y universal al mismo tiempo.
A la conclusión que llego después de todo esto es que dejar fluir los sentimientos y tener un nudo en la garganta al final no causa bochorno. Es lo que tiene la opera (teatro, canto y música) cuando se ponen los medios para no sentirse manipulado y confirmar “que la vida sigue siendo puro teatro”.    


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