Iniciar la temporada con esta Manon Lescaut de Puccini, no creo que haya sido un gran acierto. El compromiso de programarla, de nuevo, tras la cancelación que sufrió la temporada pasada, debido a los problemas con el trencadís, me parece bien. Es una cuestión de compensar los agravios causados. Pero, después de verla y escucharla, pienso que no tiene la suficiente entidad para ser el espectáculo que abra la nueva estación operística. "Norma" de Bellini, programada para el mes de marzo y por ser una producción nueva del propio Les Arts, debería haber sido, y es una opinión personal, la carta de presentación de la actual temporada.
Tras cada uno de los dos actos iniciales hay un descanso y al ir a presenciar la tercera parte, actos III y IV, mi ánimo no estaba muy positivo, pero surgió una pequeña sorpresa. Al ejecutar el intermezzo, Plácido Domingo pareció que salía de su letargo y se hacía presente el vuelo lírico que había echado de menos hasta entonces. La pieza en sí lo tiene, y la orquesta sonó como en otras ocasiones, lo que me hizo salir de mi propio letargo, y la cosa fue a más. Los dos últimos actos me dejaron mejor sabor de boca y todos contribuyeron a que la noche no quedara solo en un reflejo de pura medianía.
María José Siri como Manon Lescaut cantó bien, con cierto gusto, la voz no es especialmente bella y quizá le faltó algo más de expresividad, pero acabé aplaudiéndola.
El canto de Rafael Dávila resultó más bien tosco y escaso de matices y su Renato des Grieux se hizo presente por los agudos de una voz agradable y poderosa, pero falto del fraseo que hubiera hecho su personaje mucho más seductor.
Germán Olvera se hizo cargo de Lescaut. Procedente del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo, cumplió sin más. Es joven y le falta camino por recorrer.
El bajo Stephen Milling, al que escuchaba por primera vez en una ópera italiana, hizo un solvente Geronte. Su papel no le permite lucirse, pero dejo constancia de su contundente voz.
Entre la juventud reinante en el resto de interpretes, destacar la veteranía de Luigi Roni como posadero.
Admiro mucho a Domingo como cantante, pero como director no tanto. En esta ocasión, le falto algo de chispa en el primer acto y algo de emoción en el segundo, en el cual, ni el aria de Manon, ni el dúo de los dos enamorados consiguió transmitir toda la carga conmovedora y vibrante que conlleva su música. Todo fue correcto hasta finalizar dicho segundo acto.
En la última parte, como he escrito anteriormente, sí supo sacarle algo más a la orquesta y con algo de la inspiración que le faltó en las partes previas, fue capaz de rematar su labor con algo más que la simple corrección.
La orquesta sonó bien, pero se dejó llevar por la batuta y no brilló como en otras ocasiones, aunque dejó claro que cuando la dirigen se nota.
El coro es un valor seguro y en el tercer acto dio muestras de su valía. Fue la pieza mejor resuelta en todo su conjunto.
Hay algún atisbo de ingenio, como el momento de la simulación de la carroza y del barco, pero resulta algo simple y pobre, con falta de ideas sugerentes. La iluminación y el vestuario ayudan a mejorar estéticamente las escenas. La escengrafía, ni deplorable, ni esplendorosa, digamos que correcta.
A Medcalf, da la sensación que no le complace mucho el libreto, y lo plantea como si se reescribiera de nuevo, o al menos como si marcara cierta distancia con lo que está pasando, haciendo entrar y salir a algún personaje desde la platea al escenario y viceversa. Al pobre Des Grieux lo manda a la platea, como si le diera alguna oportunidad de pensar en la que se va a meter por su amor a la, como él mismo la define en el dúo, tentadora Manon... Por lo demás, su labor de dirección se hizo notar.
En las dos arias de la protagonista, tanto en el segundo como en el cuarto acto, Medcalf hace que Des Grieux esté presente, lo que no es de recibo. Quizá piensa, como yo, que esta Manon, la de Puccini, es un poco egocéntrica y la obliga a pensar más en él. En fin, que la función no salió redonda, pero sí ovalada. Si han asistido o piensan asistir, comprenderán por qué digo esto...
Nosotros vimos la que estuvo dirigida por Bernacer, y menos mal. Me gusta Domingo y admiro su trabajo y su voluntad pero lo escuché dirigir una vez -creo que Tosca- y no me gustó nada. Así que con Bernacer la orquesta sonó como lo que es este joven director, discípulo del maestro Maazel, con fuerza, con buen ritmo, y ensoñadora cuando hacía falta: el intermezzo me recordó al gran maestro.
ResponderEliminarEn lo demás prácticamente coincido con todo lo escrito aquí, sólo que en mi turno la velada fue casi casi redonda.
Hola Peritoni, No la escuché con Bernacer dirigiendo, pero estoy seguro que debió salir más redonda. La música de esta ópera es cautivadora y con Domingo a la batuta no lo fue. Coincido contigo en que hay que darle un voto de confianza a Bernacer... Tiene madera.
EliminarGracias por compartir tu opinión, y un saludo.