Ahora que la reválida vuelve, por la imposición del Sr. Wert, me viene a la mente esas “reválidas” que tanto para ellas como para ellos (cantantes todas y todos) suponen algunas obras en sus carreras operísticas.
Todas estas óperas-reválidas, lo son por ser populares, muy conocidas y representadas.
Casi todos los que han sido o son actualmente referentes en la ópera, han dejado su impronta en los papeles que las identifican como tal, pero sobre todo los hace a todos ellos protagonistas absolutos de estas obras.
La mayoría de los intérpretes son conscientes que triunfar en estas óperas, puede ser un espaldarazo a sus carreras y por tanto se enfrentan a ellas cuando se sienten preparados, las estudian con detenimiento y se lanzan a dar su versión del personaje, intentando hacer algo nuevo o por lo menos dejar constancia de lo que son capaces.
Para las voces femeninas, si su evolución vocal lo permite, supone más de una reválida a lo largo de su carrera, por la sencilla razón de que estadísticamente las féminas son más protagonistas en los títulos de las óperas a lo largo de la historia.
Hay autores que han creado obras dando el protagonismo a mezzosopranos, barítonos e incluso a bajos, por lo que todos tienen sus respectivas “pruebas de validez”.
“Lucia di Lammermoor” para las lírico-ligeras con coloraturas, “La Traviata ” para las líricas capaces de ser tres sopranos en una sola, “Norma” para las lírico-spinto o dramáticas con capacidades belcantistas y “Tosca” para las dramáticas o líricas anchas con dotes de actriz, serían para las sopranos, las que se ajustan a esta revalidación o tal vez para dejar su carta de presentación si se sienten superdotadas.
Las mezzosopranos tienen su papel fetiche en “Carmen” por el respeto que impone el afrontarlo con éxito. Verdi les dio papeles para lucirse pero este es un plus. Otro papel que supone un reto para ellas es el de Dalila en la ópera de Saint-Saëns “Samson et Dalila” pero sin la repercusión de la cigarrera de Bizet.
Los barítonos tienen en “Rigoletto” su prueba de fuego, aunque también Verdi les dio otras oportunidades de revalidarse en “Macbeth” y en “Falstaff”. Por algo ser clasificado como barítono verdiano supone casi una licenciatura.
Las voces más graves masculinas tienen en “Boris Godunov” una difícil prueba a la que no todos los bajos se atreven a enfrentarse, en este caso el idioma puede ser un impedimento pero el reto siempre esta presente.
Los tenores no tienen menor relevancia, pero los títulos de la obras no los ensalzan, a semejanza de las sopranos, en protagonistas absolutos como en algunos de los aquí citados. Otra vez Verdi viene a poner el listón muy alto para las voces agudas masculinas con “Otello”, personaje que no a todos los tenores les permite enfrentarse a esta reválida por la tesitura que requiere, la madurez vocal que necesita y la fama de destrozar gargantas que tiene. Las voces masculinas más líricas pueden tener su oportunidad de la mano de Massenet y su “Werther”, un protagonista que bien resuelto supone un importante espaldarazo en una reválida canora.
Lo que Verdi supone para los barítonos, lo supone Wagner para los tenores y de igual manera, ser clasificados como wagnerianos es como obtener una licenciatura. Con dos protagonistas absolutos, uno en “Lohengrin”, asequible para los lírico-spinto y el otro en “Tannhäuser”, con una tesitura más difícil de asumir, Wagner pone a prueba a sus heroicos interpretes.
Dejo para el final “Tristan und Isolde”, verdadera reválida para dos voces dramáticas y protagonistas por igual de la más mítica historia de amor de todas la óperas. Si para la soprano supone un reto que hay que planificar muy bien, para el tenor se aconseja una pértiga para superar el listón y un buen fondo físico para no morir (vocalmente) antes de lo previsto en la partitura.
Los exámenes se han de pasar siempre, las reválidas cuando llegue el momento y preparándose a conciencia. La voz, en este caso, tiene la última palabra.
Algunos se precipitan y cuando se enfrentan a la prueba se pegan el gran batacazo, hay que ser prudente y encontrar el momento adecuado para personaje, y si no conviene, no se canta.
ResponderEliminarCierto. Con Isolde, Caballe cumplió su sueño tardíamente y Eva Marton no llego a cumplirlo, dos ejemplos de lo que hubiera podido ser y no fue.
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